El árbol que arrulla y otro poemas para niños / Gloria Cecilia Díaz ; il. Cristina Linares.

By: Material type: TextTextLanguage: Spanish Series: Publication details: Bogotá : Norma , 2002.Edition: 1eraDescription: 64 p. il; 19 cmISBN:
  • 9580468680
  • 7706894116652
Subject(s): DDC classification:
  • 21 863.1 D542 2002
Abstract: Resumen “A través de mis ojos llenos de lágrimas, vi el cielo. El incendio comenzaba. Las nubes ya estaban amarillas y, a medida que el sol se escondía, el cielo se teñía de naranja. Miré la ventana de casa. No, mamá no estaba. Sentí una rabia inmensa. Alcé la vista de nuevo. El sol de los venados dominaba nuestro pueblo. El cielo era de fuego, de trigo, de oro, de ámbar. Me pareció que esa luz dorada tenía una música que poco a poco lo calmaba todo. Sentí la presencia de mamá y su voz resonó en mi corazón”.
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Literatura Literatura Biblioteca William Corredor Gómez. Sede Cosmos (Barranquilla) Literatura 863.1 D542 2002 (Browse shelf(Opens below)) Ej. 1 No prestable - Libro en Procesos Técnicos Colección 3, Isla 12, Lado A, Módulo 4 100003088

1. El dientecito -- 2. El carro de papá -- 3. ¿Por qué lloras? -- 4. Dulci-triste -- 5. Niña de trapo -- 6. El tesoro -- 7. Sabor -- 8. Travesura -- 9. Un carbonero -- 10. Agosto -- 11. Los hijos de la ranita -- 12. Paseo -- 13. La pulga Viajera -- 14. Cucarrón -- 15. Una rana -- 16. La escoba traviesa -- 17. La bruja -- 18. Ronda de brujas -- 19. La cartera de la bruja -- 20. La escoba -- 21. Caricia -- 22. Destello -- 23. Río -- 23. Amarillo-naranja -- 24. Transformaciones -- 25. La noche -- 26. El mar -- 27. Verdor -- 28. Payaso -- 29. La acequia -- 30. El cielo claro -- 31. Brillo -- 32. Montañas -- 33. El árbol que arrulla -- 34. El mar -- 35. Sol -- 36. Colores

Resumen

“A través de mis ojos llenos de lágrimas, vi el cielo. El incendio comenzaba. Las nubes ya estaban amarillas y, a medida que el sol se escondía, el cielo se teñía de naranja. Miré la ventana de casa. No, mamá no estaba. Sentí una rabia inmensa. Alcé la vista de nuevo. El sol de los venados dominaba nuestro pueblo. El cielo era de fuego, de trigo, de oro, de ámbar. Me pareció que esa luz dorada tenía una música que poco a poco lo calmaba todo. Sentí la presencia de mamá y su voz resonó en mi corazón”.

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